viernes, 8 de junio de 2012

LIBROS QUE NO SE LEEN


¿Habéis pensado alguna vez que los libros pueden despertar una atracción dominadora sobre nosotros capaz de atraparnos hasta tal punto que nos puede dejar totalmente hipnotizados?. Por ejemplo, vamos andando por una de esas grandes librerías y de repente nos asalta un libro, que no necesariamente tiene porque estar a la vista, sino que está allí colocado en los anaqueles junto a otros cientos de libros, o igual sí que se ha trasladado allí por su cuenta simplemente para llamar nuestra atención, y cuyo contenido puede cambiar al menos nuestra concepción de la vida. Lo cierto es que uno se siente muy cómodo cuando se encuentra rodeado de libros. Todavía hoy en día son muchos los que se dirigen con respeto y cierta veneración a las librerías, y ante tal cantidad de libros se sienten totalmente angustiados y atribulados sobre todo por los libros que le quedan por leer;  entonces compran algo que le han dicho que es bueno, hacen el intento de leerlo, sin éxito, y cuando tienen ya media docena de libros sin leer, se sienten tan mal que no se atreven a comprar más. En cambio, los bibliópatras recalcitrantes como nosotros somos capaces de tener en casa miles de libros, sin perder el aplomo ni dejar de seguir adquiriendo más. Libros que en algún momento de nuestra vida hemos comprado porque ese tema o esa materia en concreto nos interesaban, y esperando encontrar el momento más propicio para leerlo ese interés fue sustituido por otro. Sin embargo esos libros continúan estando ahí, a nuestro lado, haciéndonos compañía, y sabemos que siempre que lo necesitemos los tenemos a nuestro alcance. Ellos esperan impasibles que vuelvan a ser motivo de nuestro interés.  



No hace mucho tiempo me pasó un caso insólito. Acababa de leer un interesantísimo artículo de Muñoz Molina sobre la maleta de Agustín Penon. Éste era un escritor norteamericano que viajó a Granada entre 1955 y 1956 para investigar el asesinato de García Lorca, pero que por distintos motivos, todos los documentos de la exhaustiva investigación que realizó  durante ese tiempo permanecieron ocultos en una maleta durante cuarenta años. Como suelo hacer en estos casos, anoté las referencias bibliográficas, los documentales y todo lo escrito sobre el tema para cuando tuviera todo ese tiempo necesario para adentrarme en él. Pero un día, curiosamente me encontraba buscando un determinado libro entre los estantes donde tengo colocados todos los de ensayo sobre literatura, y cuál fue mi sorpresa al comprobar que tenía uno de los primeros libros publicado sobre la maleta de Penon escrito por Ian Gibson. Con toda probabilidad el libro lo compré por aquellos tiempos de estudiante en el que estaba muy interesado en el universo lorquianao, y durante todo este tiempo ha estado en mi estudio, haciéndome compañía, aunque yo inmerecidamente lo ignorase.  Y es que los libros, a pesar de su fecha de publicación, no tienen un único espacio en el tiempo para leerlos, su momento es cuando tú lo descubres.

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