sábado, 31 de diciembre de 2011

MIGUEL DE UNAMUNO (1864 –1936)



Tal día como hoy, en una fría tarde de 1936, fallecía tranquilamente en su domicilio de Salamanca  Miguel de Unamuno mientras hablaba con sus amigos de esa España que tanto quería y que tanto dolor le causaba.
Con motivo de esta efeméride, el Ayuntamiento de Salamanca ha decidido declarar el 2012 como el “Año Unamuno”, preparando  a tal efecto un programa de actividades para conmemorar el 75 aniversario de la muerte del rector de su Universidad más ilustre. 

Leer, leer, leer, vivir la vida
        que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
        las cosas que pasaron.
  Se quedan las que quedan, las ficciones,
        las flores de la pluma,
las solas, las humanas creaciones,
        el poso de la espuma.
Leer, leer, leer; ¿seré lectura
        mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
        seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno

miércoles, 28 de diciembre de 2011

DIONISIO CAÑAS, VIDEOPOEMAS


Nació en Tomelloso, Ciudad Real, en 1949, es poeta y catedrático de literaturas hispánicas en la Universidad de Nueva York. Ha estudiado en profundidad la evolución de la poesía latina en Estados Unidos, donde vivió desde 1972 hasta 2005, y ha publicado numerosos libros, entre los que destacamos Poesía y percepción (Hiperión, 1984) y El poeta y la ciudad: Nueva York y los escritores hispanos (Madrid, Cátedra, 1994).

 
POSIBILIDADES DE LA (MI) POESÍA
"Desde mis primeras acciones poéticas he ido explorando (a través de las instalaciones y performances) el potencial de interacción que pueden poseer mis textos y la palabra en general. A través de la ampliación de poemas, que eran pegados en las paredes de los espacios públicos, de la creación de carteles con palabras e imágenes encontradas en cualquier medio, de intervenciones con máscaras, vídeo, música,  del uso de contestadores y teléfonos móviles, de recogida de palabras en la basura, he intentado llevar la palabra al punto máximo de sus posibilidades significativas; tanto en el plano social como individual. Partiendo del concepto básico de “reciclar”, tanto en mi poesía publicada en forma de libro como en mis acciones poéticas, lo que busco es todo lo contrario a lo que las vanguardias históricas hicieron (aunque me sirva de su energía): destruir el lenguaje para convertirlo en una forma de la expresión artística. Yo, por lo contrario, lo que intento es reciclar el lenguaje, exprimirlo, estrujarlo, engordarlo, hasta revelar todas sus posibilidades de significación en el doble sentido del contexto social y del personal. Algunos títulos de mis acciones creo que ilustrarán bien cuál es la intencionalidad de mi proyecto poético: “Tú (el sujeto envolvente)”, “El YO móvil”, “Dicho y hecho: el gran poema de nadie”, etc. El (mi) sujeto poético es, por lo tanto, aquél que se realiza reciclando (y reciclándose en) las palabras de los otros."
Dionisio Cañas


viernes, 23 de diciembre de 2011

BIBLIOFOBIAS II

 Cuando la semana pasada hablé de las bibliofobias no esperaba que se fuera a convertir en un funesto presagio, pero tristemente así fue. El pasado sábado, en el marco de los conflictos políticos en Egipto, un incendio destruyó el Instituto Científico Egipcio, junto con la mayoría de sus fondos. 

FOTO/AP

FOTO/AP

Se trata de la institución científica más antigua de Egipto, creada en 1798 por Napoleón Bonaparte, y contaba con una singular, por la rareza de sus fondos, y excepcional biblioteca. En ella se conservaban más de 200.000 obras, de las cuales, 40.000 eran libros y manuscritos de gran valor histórico, científico y cultural, como la copia original del libro francés Description de l’Egypte,  Atles alemany d’Egipte i Etiòpia, 1842, o Egipto: la madre del mundo, 1753. Todo esto, y más tesoros bibliográficos, han desaparecido para siempre.
FOTO/AFP

Otra vez se ha puesto de manifiesto que la estulticia y la ignorancia humana no tienen límites.

FOTO/AP

FOTO/AP

viernes, 16 de diciembre de 2011

EL VICIO DE LA LECTURA


En ocasiones, detenerse en un rincón apartado de una librería y echar una ojeada a los libros allí colocados, alejados de sus compañeros “los más vendidos”, puede depararnos agradables sorpresas. Eso mismo me sucedió con un pequeño opúsculo de Edith Wharton (1862 – 1937), El vicio de la lectura. Ante ese título, poco más de cuarenta páginas y no más de 5 euros, ningún bibliopatra puede resistirse. Como me suele suceder con este tipo de libros, una vez comprado, lo dejo colocado en la balda de libros por leer, que desgraciadamente cada vez está más llena, esperando un momento propicio para su lectura, o mejor dicho, esperando a tener el tiempo suficiente para demorarme en una lectura atenta y pausada, subrayando,  tomando notas, y averiguando o buscando relaciones, en definitiva, leyéndolo.   

Publicado en 1903, es una esmerada y concienzuda reflexión sobre el hábito de leer, y aunque no comparto la tesis planteada por Wharton, un tanto extremista, de que existe  “un tipo de lectura que es perjudicial para el desarrollo cualitativo de las letras”, sí que estoy de acuerdo con su propuesta acerca de que existen dos tipos de literatura, que, simplificando bastante la cuestión, podrían ser una literatura culta y otra de grandes masas, estableciendo al mismo tiempo toda una sinergia de relaciones entre autor-lector-crítico entorno al hábito lector.

Wharton, siempre desde un elitista punto de vista, considera que, del mismo modo que no todo el mundo es músico, o cualquiera otra profesión, no todo el mundo debe o puede ser lector; y si lo somos, porque se trata de una habilidad que hemos aprendido en la escuela, perteneceremos al grupo de lectores que ella define como “lector mecánico”, diferenciándolo así del “lector creativo”, que es quien establece un diálogo con el autor y puede extraer del libro “la mayor cantidad de pensamientos de la mejor calidad”. 
Quizá resulté un tanto intransigentes las palabras que utiliza para determinar al  “lector mecánico”, pero lo que a mí me interesa especialmente es la distinción que establece a partir de los dos tipos de lectores, y aunque siempre hablamos de literatura, porque utilizar cualquier tipo de adjetivo para calificarla puede resultar farragoso y siempre impreciso, sí que es cierto que no toda es igual, y sería un grave error equipararlas solamente porque compartan un mismo soporte, el libro.
Para Wharton, cuando el “lector mecánico” lee un libro lo hace de un modo aislado, es decir, como si fuera único, y de ese modo se le escapan todos los hitos e intersecciones del asunto, las delicias del merodeo intelectual, la busca improvisada tras una alusión fugaz. Para “el lector mecánico” “los libros una vez leídos, no son cosas que crecen, echan raíces y tienen ramas que se entrelazan unas con otras, sino que son como fósiles etiquetados y guardados en los cajones del armario de un geólogo.Y más adelante añade que sus lecturas las determinan “la vox populi. Se dirige directamente al libro del que todo el mundo habla, y la importancia que le atribuye es proporcional al número de ediciones agotadas, ya que no poseen ningún medio de distinguir entre las diferentes clases de libros de los que todo el mundo habla, ni entre las voces que hablan acerca de ellos.” Curiosa apreciación hecha hace más de un siglo, y con una vigencia absoluta.

Jean Jacques Henner - La lectora
Wharton continua execrando a estos lectores, que además los culpa también de haber propiciado no sólo la creación del “escritor mecánico”, que únicamente escribe refritos y hace degluticiones de temas abstrusos y difíciles pasándolos por el tamiz de la cultura populista, sino también, y más grave aún, según sus propias palabras, es la creación, a su imagen y semejanza,  del “crítico mecánico”, contra el que arremete furibundamente: El lector nato puede desear o no desear saber qué tienen que decir los críticos acerca de un libro;  pero si tiene algún  interés por la crítica, quiere el único tipo de crítica digno de ese nombre: un análisis del tema y del estilo” y no un resumen de sus contenidos, como señala en otro apartado.

Quizás el libro contenga despóticas y desabridas palabras para los que creen en el tradicional y políticamente correcto valor de la lectura universal, aunque yo, sin negar la importancia y el valor de ésta, sí que pienso, en una visión muy reduccionista del caso si se quiere, que sí que existen esos dos tipos de literatura y por lo tanto los dos tipos de lectores, qué hay que saber a qué grupo se pertenece, y no por ello menospreciar al opuesto, pero siempre teniendo presente que el que compra un libro en el super, lo engulle, y luego lo expulsa sin más, mientras que el que lo compra en una librería, lo acaricia, lo saborea, lo disfruta lentamente deleitándose entre sus páginas,  y de ese modo siempre permanece en su memoria.

martes, 13 de diciembre de 2011

BIBLIOFOBIAS


La prohibición, la censura y la destrucción de los libros son tan antiguas como la escritura. A lo largo de la historia son muchos los ejemplos de devastación y quemas de bibliotecas, sabiendo que son la expresión pura de la identidad de cada civilización. Con la destrucción de la biblioteca de Alejandría se inaugura una desastrosa serie de bibliotecas masacradas, que bien directamente, o bien en forma de índice de libros prohibidos, intentarán acabar con buena parte de la literatura universal. Los ejemplos son continuos incluso en la época contemporánea: bibliotecas bombardeadas durante la Segunda Guerra Mundial; la actitud de las diversas dictaduras mundiales frente a los libros y la cultura; la Biblioteca de Sarajevo durante la guerra de Bosnia, o más recientemente la Biblioteca Nacional de Bagdad, nos ofrecen una visión desoladora de saqueos y destrucciones, estrictamente contemporáneos, al mismo tiempo que resulta un ejemplo muy palpable de cómo podemos llegar a comportarnos. 

No sólo calamidades naturales como el fuego, el agua, el polvo, los insectos o las ratas son los enemigos más acérrimos de los libros, sino también la negligencia, la ignorancia, el despotismo y la crueldad.

Quema de libros por los nazis

Biblioteca de Sarajevo




Libros calcinados en la Biblioteca Nacional de Bagdad

Librería abandonada en Rusia.

viernes, 9 de diciembre de 2011

No será por falta de tiempo

Siempre nos quejamos de que no tenemos suficiente tiempo para hacer aquello que nos gusta: leer todos los libros que se publican diariamente, practicar deporte, no perderse ningún estreno cinematográfico, tomar un café con los amigos, además de trabajar, ocuparnos de nuestras familias… Creo que en no pocas ocasiones, más que falta de tiempo, lo que nosotros necesitamos es una mejor organización del mismo. Gregorio Marañón por ejemplo, con una prolífica obra  literaria y científica, -125 libros, unos 1.800 artículos y cerca de 250 prólogos-, sin olvidar su  labor profesional como médico, consiguió llevar a cabo esta intensa y fecundísima actividad, porque absorbía cualquier minuto que tuviera libre, diez minutos eran suficientes para continuar con el libro que tuviera entre manos.

Pierre Larousse, el del diccionario enciclopédico, también pertenece a esta estirpe de hombres que no se acoquinan frente al tiempo. Cuentan que Larousse pudo concluir su descomunal trabajo de veinticinco mil páginas, aunque no las escribió todas él, pero sí una gran parte, debido a una energía casi sobrenatural. Esa energía sobre humana procedía, según el propio Larousse, de lo que él calificaba de résorption, voz que el mismo aclaraba en su diccionario. La résorption es un concepto de resonancias tántricas y freudianas que se produce cuando el esperma no se expulsa al exterior, produciendo –siempre según Larousse- una exaltación de las facultades físicas e intelectuales al ser reabsorbido y vertido al torrente sanguíneo. Estimuladas las potencias del alma mediante ese penoso procedimiento, al parecer a quien lo practicará no le estaría nada vedado en lo que a desarrollo intelectual se refiere. Así, si se quiere componer un gran poema épico, por ejemplo, basta con una gran retención de esperma, pensaba Larousse.

¿Practicará Jordi Serra i Fabra, ganador de la última edición del premio de novela ciudad de Torrevieja, el mismo método que Larousse durante sus cuatro meses de encierro en su montaña, en los que puede llegar a escribir cinco, seis, siete obras, tanto infantiles (pocas páginas), como adultas (muchas páginas).?

martes, 6 de diciembre de 2011

NOTAS SUELTAS V

El jesuita Pedro Pablo Ladrón de Guevara en una segunda edición impresa de 1910, escribe una serie de juicios acerca de más de dos mil novelistas de ayer y de hoy (entonces). Además de estas valoraciones, que no son más que un nuevo Índice Censor dependiente de la mismísima Congregación para la Doctrina de la Fe (Antigua Inquisición), señala una serie de advertencias por las que no conviene leer novelas. 

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL MAPA Y EL TERRITORIO

He de reconocer que es la primera novela que leo de Houellebecq. Todas las críticas y controversias que rodearon su anterior novela, La posibilidad de una isla, me llevaron a apartarlo durante un tiempo de mis lecturas pendientes. Sin embargo la vuelta en España a su editorial de siempre, Anagrama, y las opiniones tan dispares que ha suscitado esta novela, revelan, que para bien o para mal, es un autor que no nos deja indiferentes. Por esta razón pensé que es un buen momento para leerla, aunque quizás no siempre resulta satisfactorio acercarse a la trayectoria literaria de un autor por su última novela. Y  verdaderamente resulta un autor insólito.

El mapa y el territorio cuenta la vida del artista Jed Martin, desde su infancia, las relaciones con su padre, con sus compañeros de universidad, el éxito como fotógrafo, la cima de su vida, su y declive humano. Sin embargo esto no es más que un pretexto para plantearnos una serie de reflexiones sobre los más diversos temas: Francia como paraíso turístico, la infancia aburguesada, el mundo feroz de las galerías de arte, la incomunicación y el desasosiego personal, la pobreza intelectual… Todo esto y más, y por supuesto, desde la particular óptica de Houellebecq, cuyos planteamientos si no se comparten pueden resultar provocadores  e incluso obscenos, pero a la postre es lo que la convierten en un relato realmente interesante.

Detesto las novelas cuya única motivación es resolver el conflicto planteado previamente, pero El mapa y el territorio pertenece a ese tipo de novelas donde la trama argumental es lo de menos, pues a la postre todas se reducen a lo mismo. En ella cobran más valor, como acabo de decir, las meditaciones del autor sobre los más diversos temas, con lo que no deja de ser un ensayo encubierto. Houellebecq es un hombre de profundas intuiciones, de estilo apático e indolente, cuyos razonamientos los va dejando sobre el texto en una acumulación impresionista, y siempre pensando en un gran público. A todo esto hay que añadirle un mérito que no pude soslayarse, pues al erigirse también como uno de los personajes principales de la novela, nos expone abiertamente su propio yo. Sin embargo, no debemos dejarnos engañar pues esta práctica no es más que un recurso literario, aunque siempre nos quedará la duda de cuánto hay en el Houellebecq protagonista del Houellebecq real, valoración que siempre dependerá del grado de simpatía que sintamos hacía el autor.   

La estructura compositiva también puede desconcertar a un lector acostumbrado a esas novelas que desde el principio quieres saber cómo terminan, pero en esta ocasión según vamos pasando las páginas  la anodina y a la vez exitosa vida de Jed Martin va dejando paso en la última parte  a un atroz thriller, pero no exento de ese estilo calmado e inerte que predomina en toda la historia, y continuando con otras disquisiciones filosóficas, de la mano del inspector de policía. La disección continúa y no contaré más pues no es mi intención descubrir el final a nadie.

Dejando aparte todos aquellos recursos efectistas que rodean cualquier publicación de un libro y que tienen que ver más con campañas de marketing que con lo puramente literario, El mapa y el territorio es una aguda disección de nuestra sociedad actual, donde Houellebecq sin grandes recursos efectistas, pero de una forma muy personal, pone de manifiesto la vacuidad del ser humano. Para terminar una única salvedad, para realmente considerarla en toda su inmensidad, creo que lo mejor es volverla a leer dentro de unos años y si de ese modo ha superado la apodíctica prueba del paso del tiempo, y una vez que la novela se haya desprendido de todos los pelajes polémicos, ya sean reales o ficticios, pienso que se comprenderá más y mejor la verdadera dimensión del mapa y del territorio, metáfora de que la imagen, y porque no decirlo, lo virtual, se está convirtiendo en más importante que la realidad.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Nicanor Parra, premio Cervantes de literatura 2011

"Busco una poesía a base de hechos y no de combinaciones o figuras literarias. Estoy en contra de la forma afectada del lenguaje tradicional poético".


El poeta chileno Nicanor Parra, de 97 años, ha ganado el Premio Cervantes 2011.  Pertenece junto Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro o el también premio Cervantes, Gonzalo Rojas al grupo más señero de poetas chilenos contemporáneos .

En 1954 publicó  Poemas y antipoemas, poemario que marca su obra y parte de la poesía latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX, y con el que inicia la corriente poética  llamada antipoesía.







AUTORRETRATO

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

De Poemas y antipoemas (1954)